Dr. Luis Ferro


Dr. Luis Enrique Ferro Vidal

División de Ciencias Sociales y Administrativas,
Campus Celaya - Salvatierra, Universidad de Guanajuato.

 

La naturaleza es producto del desorden y del azar que se dan en un tiempo y un espacio del paisaje que nos rodea, por lo que la naturaleza, por razón natural, esta plagada de cambios continuos, a veces lentos y a veces rápidos, pero todo en ella esta en cambio y movimiento, ya lo decía Heráclito en uno de sus fragmentos: “… como el fuego al mezclarse con los aromas, del deleite de cada aroma recibe uno nuevo.”. En pocas palabras, las cosas cambian como el aroma en el ambiente.

Como parte de esos cambios, se hace presente un deslumbrante proceso biológico que fascina a los humanos: la metamorfosis.

La metamorfosis es un rito de paso natural y obligado de algunos animales que tienen la facultad de convertirse en otra cosa, el ejemplo más característico es la transformación de la oruga en mariposa. Sin embargo, en el mundo de la literatura y el arte es expresión de grandes metáforas que consuman grandes obras, Gregorio Samsa se convierte en cucaracha en las letras de Kafka; sin embargo, también nos adentra al mundo de la fantasía, a un país de las maravillas como el caso de Alicia que se internó en un mundo psicodélico en donde nada era lo que debiera ser, y nada era lo que era, pero todo era lo que era. Ahí crecía y decrecía hasta encontrar el camino a casa, generando una metamorfosis en su ser.

En el estado de Guanajuato se transgreden las leyes naturales, porque hace posible y palpable que una cosa, puede colapsar en una transformación de lo que es, sin dejar de ser esa cosa, pero siendo ella otra cosa, es un lugar donde la metamorfosis y la fantasía se besan en un cálido erotismo para poderlo experimentar. Para demostrar lo dicho, basta tan sólo adentrarse a las puertas de una casa ubicada en la calle Francisco I. Madero con número 102, en el centro de la ciudad de Celaya. Esa casa es un prisma que descompone la luz en colores, pero a su vez, compone los colores en luz, porque guarda en su interior la fantasía y transfiguraciones de la realidad, en lo que es el museo de un artista reconocido a nivel nacional, mundial, y me atrevería a decir que se ha adentrado su reconocimiento en el inconsciente de la cultura popular del país, porque al igual que las fotografías de Casa Sola que se venden en tianguis o tiendas artesanales, y mercados, reproducciones que se encuentran colgados por todos lados, tiendas, restaurantes y casas de los pueblos del país, y de quién los compradores no saben quién es autor, igual le sucede a este artista. Él artista al que hacemos referencia es nada más y nada menos que el pintor Octavio Ocampo que nació veintiocho años después de las batallas revolucionarias en Celaya; a la mitad de la segunda guerra mundial; a dos años antes de que México enviara el escuadrón 201, pero en el mismo año del nacimiento de volcán Paricutín; pero también nació El mismo día en que se realizó Batalla del Mar de Bismarck en la segunda guerra mundial y el día en que el presidente Manuel Ávila Camacho promulgó la Ley de Nacionalización de la Industria Eléctrica, siendo la fecha marcada por el calendario el día 28 de febrero de 1943 en Celaya, Guanajuato.

Lo que no sabe Octavio Ocampo, es que el día en que nació, Gregorio Samsa soñó con él cuando era cucaracha, y le comunicó los secretos de la metamorfosis. El saber transmitido, fue recibido por el artista y lo aplicó a su expresión artística, porque cuando se sube al segundo piso del museo donde se localiza la primera sala, desde la primera pintura que se elija observar se puede percibir que la metamorfosis de Kafka se vuelca a la metamorfosis de una experiencia estética. Al pisar ese espacio la condición de la lógica formal pierde sentido, porque con colores, sombras y luces de cada obra, se puede percatar que lo que se mira no es lo que se observa, y lo que se observa no es lo que se ve.

La obra de Ocampo se parte multiplicando sus formas y geometrías, pero se conjuntan en el sentido de una nueva configuración de un todo que se diluye con otras totalidades de sentidos que es como tomar una partícula de cualquier ente y elegir un átomo, este átomo a su vez enseña electrones pero se sigue viendo el átomo, y los electrones enseñan neutrones y protones sin perder de vista el átomo, y ya no se sabe que parte del átomo se está observando porque vemos la partícula, pero se sabe que estamos ante un átomo y sus partes. Es como la realidad misma, en donde vemos todo, pero solo apreciamos una parte, y sólo centramos la atención a esa parte de la que podemos hablar, porque es el lugar donde centramos nuestra atención; y esa parte se vuelve nuestro todo, nuestra experiencia en ese instante en el mundo. Así, lo muestran los lienzos pintados. Cada obra es el sentido de un Todo conformado por fragmentos que se convierten en un todo, y ese todo se descomponen en ensueños que pareciera que estamos ante un efecto óptico, como la imagen de ilusión óptica de pato-conejo, en donde una persona ve un pato o un conejo, pero no es así, la obra de Ocampo es lo que es y ves el pato y conejo al mismo tiempo. Tampoco se asemeja a las obras de Escher quién pintaba laberintos infinitos de manera compleja con una geometría que hace perdernos en su obra basada en una arquitectura imposible y hace cuestionar la naturaleza de la percepción y la realidad, en las obras de Ocampo existen varios escenarios incpendientes y codependientes que conforman un escenario de común. No se acerca de ninguna manera al arte conceptual en donde el artista pinta solo una parte esencial y deja que el observador complete el resto mentalmente, en el arte ocampense, la obra se muestra como una obra completa.

Cuando pasamos de admirar un cuadro a otro, se ritualiza nuestro andar para apreciar la obra, se da un pasito pa´ delante y dos para atrás, como dice la canción, y además entrecerramos los ojos y los abrimos para encontrar en un cuadro otras obras sobrepuestas que complementan la obra en sí. percatándonos que estamos viendo varios escenarios al mismo tiempo. La obra completa, la otra imagen y las escenenas que lo componen, por lo que estamos en un punto dimensional con varios ramages que conducen a la obra completa. Un ejemplo y para demostrar el cariño que tiene el autor a su tierra, es la pintura titulada, La Purisima, de lejos se observa el rostro de la virgen con su corona, pero al acercarse a ella se aprecia que su rostro está pintada la imagen de la aparición de la virgen sobre un mezquite y que fundamenta el mito de fundación y escena que forma parte del escudo heráldico del municipio.

Su arte se hace versatil, y de manera tetral o escenográfica porque con la ayuda de dos maniquíes incados con velo negro, delante de una pintura quemuestra la entrada a un rancho o casa de hacienda con una pareja de viejitos asoman por dos ventanas viendo al exterior, dibujan en conjunto y de manera magistral la imagen de una monja.

Pareciera que el visitante acostumbrado agusar su vista y sentido en la metáfora gráfica, sin embargo, todo cambia al observar una pintura sin metamorfosis, pero al acercarse a ella hay unos epejos que reflejan la pintura, ahí nuevamente la magia inicia, ya que en el reflejo se muestran otra imagen de la misma pintura. Con esta destreza y en pocas palabras Ocampo demuestra que los reflejos de la realidad tienen otro lado de la moneda.

Al salir del museo, el visitante tiene la posibilidad de salir metamorfizado para disfrutar de las geometrías de la ciudad de Celaya de otra manera, porque el entorno se llena de espejos dimensionales que llevan apreciar el mundo como es y no es. Se aguda su vista y sentidos en la metamorfosis de sus obras, un cuadro, sin las metamorfosis q las que se acostumbra el visitante en la primera sala.

Así los cuadros mostrados en las dos salas que tienen su obra, alteran nustros sentidos, juega con la mente del observador, mientras que la pintura indómita juega rudo con las percepciones de la realidad. Las espectativas de dominar la imagen, cambia sus formas e imagenes y no se puede hacer nada, sólo dejarse llevar.

Después de apreciarlas con sus obras en la que hay pinturas con un retratos históricos en el que esta pintado Hidalgo, Morelos, Francisco I Madero; retratos sus recuerdo como el de su maestro.

Aunque su nombre y apellido no cambia su primera letra ha sido expresión de múltiples metáforas en la literatura, Gregorio samsa en las letras de kafka; sin embargo, también nos adentra al mundo de la fantasía, como el caso de Alicia en el país de las maravillas, en donde Alicia se internó en un mundo en donde nada era lo que debiera ser, y nada era lo que era, pero todo era lo que era. Ahí crecía y decrecía hasta encontrar el camino a casa.

Sin embargo, existe un lugar en donde una cosa colapsa en transformaciones en sí misma, sin dejar de ser lo que es. Ese lugar es como entrar al país de las maravillas para saborear la experiencia de un tipo propio de metamorfosis. Para vivir esa experiencia, sólo basta entrar en las puertas de una casa ubicada en el ciento dos de la calle Francisco I.Madero en la ciudad de Celaya, Guanajuato.

La naturaleza es producto de la incertidumbre del desorden y del azar que se dan en un tiempo y un espacio. Con el caos de vectores indescifrables, generan ciclos ordenados como son las estaciones del año, la continuidad de las especies con su vida, reproducción, desarrollo y muerte, pero la realidad de las cosas es que, en la razón natural, la naturaleza está plagada de cambios, ya lo decía Heráclito en uno de sus fragmentos: “… como el fuego al mezclarse con los aromas, del deleite de cada aroma recibe uno nuevo.”.

Dentro de la inmensidad de cambios que tiene la naturaleza, se hace presente un deslumbrante proceso biológico que fascina a los humanos porque Involucra cambios morfológicos, fisiológicos y comportamentales de algunos animales, eso es, la metamorfosis.

La metamorfosis, es un rito de paso natural en donde un animal se transforma en otro,. También la metamorfosis se da en el ser humano, ya sea a través de los ritos de paso o en la literatura en donde un Gregoria Samsa se covirtío en una cucaracha en las letras de Kafka, la metamorfosis, la cual, a cuestas tiempo, espacio por su razón de ser está plagada de cambios continuos, y cíclicos.

 

Fecha de publicación: 24 de noviembre 2025.