Dr. Luis Enrique Ferro Vidal Departamento de Estudios Culturales, Demográficos y Políticos,
División de Ciencias Sociales y Administrativas.
Campus Celaya-Salvatierra.
Universidad de Guanajuato.

Un bello talento particular que forma parte substancial de los grupos indígenas de nuestro país, que se realiza para expresar su identidad, entendida como su condición de ser, es la danza. Las danzas indígenas trascienden a la conciencia y la concepción que en la actualidad se tiene sobre la danza, la cual, se sustenta desde la visión impuesta por occidente bajo el cannon de alta cultura o bella arte, cuya manifestación artística adquiere la forma de arte y entretenimiento que se fundamenta por las condiciones sociales actuales del ocio, del deleite, del disfrute, o simplemente, de la contemplación de lo bello para producir la vivencia de una experiencia estética para despertar emociones, sentimientos o ideas a través de esta expresión artística. Sin embargo, las danzas indígenas como manifestación humana, vive y perdura en la cercanía de su vida cotidiana, fundamenta a una memoria que se regodea, reconstruye y recrea sus procesos históricos, pero además, se estrecha profundamente a la tradición cosmogónica que respalda una particular forma de pensamiento y sentimiento religioso de estos pueblos originarios

Los efluvios de las posturas sistematizadas en el movimiento corporal, las cadencias y sonoridades del ritmo y los tiempos de ejecución, la teatralidad de los gestos y las miradas de una expresión corporal acompañados por un vestuario se vuelcan como escenario idóneo para la materialización de personajes que fundamentan el sentido de la danza como actividad cultural, artística o tradicional. La danza tiene su origen en un tiempo en donde el concepto de arte no existía. En tiempos remotos el ser humano desarrolló habilidades propias para comunicar y transmitir sus experiencias en el mundo que se convirtieron en concepciones para comprenderse como un ser más en el mundo, en ese proceso reconoció la importancia de la naturaleza y su vitalidad por los distintos fenómenos naturales, aspecto que le llevó a considerar a la naturaleza como un elemento vivo compuesto por las diversas fuerzas naturales que como entes propios, le daban vitalidad y continuidad. No siendo suficiente con ello, visualizó el cosmos, comprendió el ritmo de los astros y los incorporó como elementos de su pensamiento cosmogónico. Así humanidad, mundo, naturaleza y cosmos confluyeron como ingredientes necesarios para generar en el ámbito de la cultura una conexión de diálogo con las fuerzas de la naturaleza, con el cosmos mismo y la definición o concepción de hombre llevándolos a configurar las esferas de lo sagrado y la religión como una forma de conexión con lo divino. Ante la necesidad humana para rendir culto a la divinidad y adentrarse a lo sagrado, aprovechó las virtudes del movimiento corporal y configuró con el movimiento del cuerpo y sonidos de intrumentos lo que conocemos como danza. En este contexto, la danza, se convirtío como el mensajero de esta conexión con lo divino, integrándose como complemento de las ceremonias y ritos que se destinaban para rendir culto a las potestades naturales y cósmicas, o bien, con el ciclo de la vida humana a través de los ritos de paso o iniciación en los que se integra el nacimiento, la adultez, el matrimonio, la muerte, o entre otros casos se brindaba un contacto y culto a la ancestría. Desde entonces la danza esta presente en las comunidades tradicionales e indígenas de México para hacerse presentes como una forma de plática íntima con las potestades divinas.

En el mundo indígena de Querétaro, las danzas están relacionadas principalmente con las festividades religiosas dedicadas a los santos, santas y vírgenes patronales. En esos días es común que en las comunidades indígenas de éste estado que festejan un honomástico a sus imágenes, es común contar con la presencia en los atrios de las iglesias o de las capillas de indios particulares de grupos de danzantes que pueden ser de las mismas comunidades que tienen el compromiso de bailar a sus imágenes locales; hay danzantes de traslado que no son de la comunidad pero tienen un fuerte compromiso, ya sea reciente o ancestral, con el santo, por lo que se vuelve un compromiso del grupo de danzantes para asistir año con año a la veneración de la imágen; en otros casos cuando se lleva de visita y en peregrinación la imagen de una comunidad a otra comunidad con la finalidad de mantener una relación y alianza intercomunitaria, el cual articula un vínculo de reciprocidad entre las comunidades receptoras y de encuentro, generando la responsabilidad de que la comunidad receptora corresponda asistir a la comunidad de visita el día de su fiesta patronal, en ese momento, suele apreciarse grupos de danzas que acompañan a la imagen danzando durante todo el recorrido y pasan el día bailandole a la imagen de la comunidad receptora; también algunas danzas suelen ser contratadas en la cabecera municipal o comunidad cercana, por los mayordomos o comités de fiesta que tienen la función de organizar y cuidar de las festividades patronales o de un santo de índole particular que se tiene en alguna capilla de indios familiar o barrial.

Las danzas de Querétaro tienen en lo profundo de su representación estética, un simbolismo y elementos sagrados que los conecta con la naturaleza como es el caso de la Danza de Pastoras que se realizan principalmente en las comunidades ñhä-ñhüs (otomies) de los municipios de Amealco de Bonfil, San Idelfonso Tultepec y Santiago Mexquititlan. Esta danza en particular se relaciona con la concepción mesoamericana de la fertilidad agrícola, y es ejecutada al ritmo del tambor, la flauta de carrizo, violín y tambora que generan el ritmo para que, principalmente, mujeres jóvenes y adultas vestidas con el traje tradicional, ejecuten sus movimientos. La idea de fertilidad agrícola se refuerza con parte de la vestimenta como son los sombreros de palma que son decorados con flores artificiales hechos con papel de china, además de que la decoración se complementa al integrar listones de colores que cuelgan de la ceja del sombrero. Otro elemento que ayuda a brindar la condición de pastoras, es porque cargan un bastón o bordón de madera que en la parte superior tienen sonajas de metal y de ellas se desprenden listones.

Otras danzas tienen relación con la historia de la época colonial en la que se hace énfasis en el uso de la danza como técnica para consumar la evangelización española sobre los indígenas, como es el caso de la danza de Moros contra Cristianos de la comunidad de Santiago Mexquititlan. Esta danza por su ejecución y personajes, fue creada por el poderío español en el tiempo colonial con la finalidad de enseñar a los indígenas que la religión católica es triunfante, única y verdadera. En esta dramatización dancistica teatral se da muestra de la lucha entre cristianos y paganos, estos últimos personificados por los moros, que son la efigie de los no españoles, que para el caso, son la imagen de los indígenas, principalmente los no evangelizados, lo cual fomentaba inculcar en los grupos ñhä-ñhüs evangelizados la importancia de conquistar a los grupos chichimecas y grupos indígenas no evangelizados en beneficio de la corona española y la religión católica.

Unas danzas más que se bailan en el estado de Querétaro son parte de un conjunto de danzas que han sido definidas por la tradición antropológica como Danzas de Conquista. Estas danzas se extienden por todo el territorio mexicano, sin embargo son las danzas más representativas del estado de Querétaro y Guanajuato. Algunas de estas danzas de conquistas más representativas se localizan, la ya mencionada danza de Moros contra Cristianos, Danza de Conquista, Danza de los Santiagos, Danza de los Concheros, Danza de Rayados-Chichimecas, Danza de Apaches, Danza de Guamares, Danza de Chichimecas, entre otras más.

Las Danzas de Conquista tienen, manifiestan y representan un contexto histórico real y sucedido en el pasado, no inventado como podrían ser otras danzas de tipo cosmogónico o ligado a la naturaleza, ya que como su nombre lo indica, este tipo de danzas tienen como referente a su nacimiento en el proceso histórico de la Conquista de México y en la continuidad temporal que centra su mirada durante la época del sistema de poblamiento del Camino Real de Tierra Adentro, aproximadamente durante mediados y finales del siglo XVI. La trama principal de este tipo de danzas y por su condición histórica, recuerda las actividades bélicas que se vivían durante el dominio de pueblos y territorios indígenas, en donde los personajes principales españoles e indígenas evangelizados que se unieron a las líneas de fuego con los conquistadores para expandir el territorio de la Nueva España en beneficio de la corona española, que era acompañada con el proceso de evangelización y aderezado con la fiebre del oro. Así, los conquistadores y aliados se adentraron a los territorios del norte, conocida como la Nación Chichimeca por estar habitados por los grupos guerreros y seminómadas que llamaban chichimecas.

En este recorrido de poblamiento y conquista por las tierras chichimecas, los colonizadores dominaron nuevos territorios y reconquistaron otros que habían perdido por las envestidas chichimecas; mientras que en otros terrtorios encontraron el preciado oro que terminaron convirtiéndose en pueblos mineros como Zacatecas y Guanajuato. De esa forma el territorio de la Nueva España amplió sus horizontes. De estas condiciones y para no olvidar los acontecimientos del pasado, las Danzas de Conquista se convierten en un archivo vivo y en movimiento de esa historia. Aunque cabe aclarar que algunas danzas de conquista como la de los Concheros y danza de Apaches (Querétro y Guanajuato), la danza de Chichimecas y Guamares (Guanajuato) son danzas en que no existe la representación de los bandos en conflicto, sino que son danzas específicas que hacen referencia un grupo étnico, y su dimensión narrativa hace recordar a los grupos no evangelizados haciendo un mitote para prepararse para la guerra y resistir los embates colonizadores, a fin de defender su territorio. Para la zona indigena del territorio queretano las danzas de conquista más representativas son la Danza de Concheros, de Apaches, Moros contra Cristianos y los Santiagueros. Sin embargo en el municipio de Cadereyta de Montes Querétaro se localiza una microrregión indígena ñhö-ñhö (otomí) llamada Sombrerete y esta compuesto por cuatro comunidades que se ven por los pobladores como una unidad, siendo: Sombrerete, La Laja, El membrillo y El Soyatal. En la comunidad de la Laja existe una historia sobre un grupo de danza que vestía al ritmo del tambor, la concha, el caracol y las sonajas a las festividades patronales de la microregión dedicada a la virgen de Guadalupe, patrona del lugar.

La historia inicia rememorando el recuerdo de que existía una danza en la comunidad que se extravió en las páginas del tiempo, solo se recuerda el nombre de la danza que dicen era la danza de Los Compadres Mixteco-Chichimeca. Por su nombre y por ser una danza de Conquista, pareciera ser una referencia histórica de una alianza entre mixtecos y chichimecas, que se justifica con la idea de Compadres, ya que el compadrazgo es una forma de parentesco social y ritual que imprime derechos y obligaciones que crea lazos sociales con dos familias distintas, en este caso, lazos sociales de reconocimiento mutuo de estos dos grupos étnicos. Sin embargo, no existe un dato histórico que narre una batalla o tratado de paz entre los mixtecos y chichimecas, o por lo menos no tengo esa información; además es incomprensible esta asociación, ya que por las distancias territoriales y temporales hace difícil esta relación, los mixtecos se extendían por los territorios actuales de los estados de Oaxaca, Guerrero y Puebla, mientras que los chichimecas se ubicaban en la zona de Aridoamerica, es decir al norte. Aún con este problema, podría pensarse que en algún punto de la historia pudieron encontrarse por las incursiones migratorias de comercio o de otra índole, pero como en toda situación es posible que se diera esta interrelación étnica y no quedaron registrados en documentos que amparen este acontecimiento y no se puede afirmar ni negar. Es posible que la danza por su configuración en su organización social y simbolismo, como veremos más adelante, se parece más a la danza de Concheros o Azteca-Chichimeca. Sin datos históricos que confirmen lo hasta aquí planteado, lo único que queda hacer hasta este momento es respetar las palabras de la memoria cultural de este pueblo ñhö-ñhö y brindarle el título a la danza como el de Compadres mixteco-chichimeca.

Acelerando el tiempo, hay que regresar al año de 1999 en donde Don Mario realizó una fuerte promesa a su abuela, la cual consistía en crear una danza, como a ella le tocó observar de pequeña en las conmemoraciones religiosas en donde se afirma que antiguamente eran los asentamientos del origen de la microregión, y ahora en la actualidad el asentamiento ancestral no son más que ruinas.

La danza que llegó a ver la abuela de don Mario no era tradicional de estos rumbos, pues venían danzantes de alguna región de Hidalgo. Estos danzantes dieron en el pasado muestra de sus habilidades y trasmitieron su saber a estos pobladores, quienes formaron un grupo de danza y compraron instrumentos que se fueron perdiendo poco a poco como la danza misma. Hasta que Don Mario cumplió su promesa, fundó su propia Mesa General de Danza compuesta con miembros de catorce familias que apenas llegaron a conocer los primeros quince bailes de los treinta y dos bailes que conforman la danza que les enseñó un maestro de danza contratado por Don Mario a fin de cumplir con su promesa. Ellos ensallaban todos los sábados y domingos en la capilla comunal dedicada a la Virgen de los Dolores, que es el crisol que resguarda el estandarte de estos compadres mixteco-chichimecas compuesto por una manta que tiene bordada a la virgen de Guadalupe que se ajusta a dos tablas de madera en forma de cruz, siendo la parte superior de menor medida.

La danza de Compadres Mixteco-Chichimeca, era una danza para conmemorar la imágen patronal de la microregión, imágenes patronales de las otras comunidades de la micro región, imágenes barriales y particulares de alguna capilla de indios, como diría don Mario: "Así era la tradición desdenantes", o como comenta el maestro contratado para enseñar la danza: "¿Por qué bailamos? No por gusto de bailar, sino porque vamos a festejar a un Santo o una imagen y bailamos aunque no haya gente".

La danza era muy similar a las formas de danzar de los concheros, y guardaba el sentido mismo de esta danza, en el que se representaba una batalla, en donde los pasos que se seguía al ritmo de los instumentos del tambor, la concha, el caracol y las sonajas, tenían una explicación simbólica de tipo bélico, como lo explica Don Mario: “Es una batalla, por ejemplo, cuando se dan la vuelta significa escapar de la espada o lanzas del enemigo y cuando se agachan es que escapan de las flechas enemigas”.

No bastando con ello, la organización social al interior del grupo de danzantes están demarcados por grados militares, como acontece con la Danza de Concheros, siendo las jerarquías militares bajo este orden, quien va delante es el Alfer, encargado de custodiar el estandarte, y la Reina Malinche es quien porta el sahumerio que tiene por símbolo la fecundidad; les siguen el General y el Capitán; el segundo general y segundo capitán; y por último los soldados rasos.

Los grados se obtienen conforme se van aprendiendo los misterios y secretos que encierran la ejecución de los movimientos, el aprender a tocar todos los instrumentos y saber afinar cada uno de ellos. Por todo lo cual, a los instrumentos le llaman armas para la guerra: el caracol es la trompeta utilizada para llamar a la batalla, es decir, incitar a la guerra que es la misma danza; los cantos son los cantos de guerra y las cuerdas simbolizan el parque. Se dice que si no se lleva cuerdas de repuesto es que no se preparó para la guerra.

Para conocer los pasos y los secretos de la danza, las personas que querían danzar debería pasar por una ceremonia de iniciación en donde el candidato hacía un juramento. "Buenos días o buenas tardes compadres, yo me permito informarles que me comprometo a ser danzante hasta la muerte". Se saludaba a los compadres y se les abrazaba. Al recipiendario se le explicaban en ese momentos sus obligaciones que consistían en estar atento a las llamadas de la mesa general y apoyar a los compadres de todo el país. Después, el recién compadre censaba o sahumereaba una imagen que significa y reitera el compromiso de ser danzante. Al fallecer un miembro de la mesa general, se le cantaba y se le bailaba durante el velorio y cuando lo llevaban a enterrar.

Sobre el vestuario se puede decir que formalmente, y si la economía lo permite, explica el maestro de danza: “Los danzantes deben tener tres vestuarios diferentes que son utilizados dependiendo la hora del día. Para el amanecer debe ser blanco porque el paisaje se viste de ese color; en la tarde es verde porque el día ya comienza a pardear; y en el atardecer debe ser rojo.”

Por cuestiones de presupuesto el grupo de la Laja sólo contaba con un vestuario de tela de manta, que consistía para los hombre en una capa que tiene en la parte posterior un pedazo de tela en forma de sol, con grecas bordadas alrededor; debajo de la capa visten con un blusón hasta las rodillas y en la cintura se colocan un taparrabos en forma de grecas, con grecas a su alrededor y está decorado su parte central en forma de línea soles y círculos de tela cosida; en la cabeza portan una corona de cartón forrado de tela de manta, cuya base es cilíndrica decorada con pequeños soles y circulos de tela de colores, en la parte central de la corona sobresale una especie de coronilla ovalada con un tríangulo en su centro y tiene pegado en la parte trasera superior una o tres plumas de colores; como calzado usaban huaraches de piel o tenis y portaba cada danzante una sonaja de lámina pintada con franjas de colores.

En el caso de las mujeres, ellas usaban en vez de capa un quexquemetl rodeada de grecas y en su costura llevan borlas de hilo; portan una falda hasta las pantorrillas que en su parte inferior le recorren unas grecas y en la costura borlas de hilo; al igual que los hombres portan corona, calzan huaraches y tembién usaban sonaja. El diseño y confección de este vestuario fue realizado por ellos mismos y lo mandaron hacer con un particular que vive en la cabecera municipal.

La participación o compromiso más importante la tenían el día doce de diciembre, así que ese día hacían su aparición en el atrio de la iglesia principal que se encuentra en la comunidad de Sombrerete por encontrarse ahí la imagen principal que está en el altar y es una pintura de la virgen de Guadalupe, la cual dicen lloró cuando la estaban pintando. La actuación iniciaba cuando se adentraban a la iglesia haciendo de manera paralela una fila de mujeres y otra de hombres, siendo el alfer el que iba delante con su estandarte. Se paraban frente a la imagen para dedicarle un rezo de agradecimiento por permitirles estar ahí para danzarle, además se hacian cantos de alabanza que era acompañado de dos mandolinas y un tambor y cada uno de los integrantes hacía resonar sus sonajas de metal pintadas de colores. Una vez concluido el rezo, el grupo salía de la iglesia de espaldas sin dejar de mirar la imagen e interpretando "Madre Guadalupana, madre de mi amor". Se instalaban en el atrio del templo y formaban un círculo, en cuyo centro se posaba un niño con tambor, comenzando así la ejecución de sus danzas.

Todo el proceso de la danza lo dirigía el maestro quien marcaba la pauta para los cambios de paso usando la mandolina. Los movimientos del baile se desarrollan en la mayoría de los casos en el lugar que ocupaba cada danzante; son pocas las veces en que los danzantes rotaban hacia ambos lados, y si lo hacían llegaban sólo a la mitad del círculo que formaban. Existían algunos pasos donde giraban dando una vuelta completa con un pie en su mismo lugar. Había ocasiones en que algunos de los bailes que integran la danza necesitaba ser acompañada de cantos de alabanzas. En esos bailes el canto y la danza se intercalaban, es decir, cuando se cantaba el baile cesaba,y al terminar de cantarse reiniciaba el baile. Al terminar de rendir culto a la santa patrona, el grupo se despedía de la imagen cantándole de frente y se retiraba de espaldas.

Así le danzaban a la patrona en su día llenando la fiesta con música y baile. Así los habitantes de La Laja, por la promesa de don Mario a su abuela, danzaban a las imágenes como hicieron otros anteriormente. Hoy en día, el caracol ya no llama a la guerra, los solda- dos de La Laja han migrado para buscar sustento en Querétaro o la Ciudad de México; por tales motivos, el comité de fiestas de la microrregión contrata danzantes de otros lugares del estado para dar vida y movimiento en su día a la Santa Patrona. Mientras que el estandarte espera en su capilla con la esperanza de que los recuerdos de los ñhö-ñhö sigan evocando la existencia de la danza, y que en un día futuro exista un Don Manuel para que cumpla una promesa a su abuela para hacer renacer la danza, y sea la ocasión para que un alfer la vuelva a tomar en sus manos, para escuchar nuevamente la caracola e irse a la guerra con los Compadres Mixteco-Chichimecas antes de que los recuerdos pasen a la páginas del olvido.

Fecha de publicación: 16 de julio de 2025.