Mtra. Hilda Lucia Cisneros López

ENMS Salvatierra

Universidad de Guanajuato 

 
 
 

Todos los días, la información de cualquier ámbito nos llega a través de la tecnología, un ejemplo simple es cuando necesitamos conocer la hora, basta con pasar nuestra huella dactilar, sólo emitir una palabra para el reconocimiento de voz o simplemente apretar un botón de nuestros dispositivos y ¡listo!

Quedaron atrás los días en los cuáles se prendía un aparato de radio para conocerla si es que no se contaba con un reloj de pared o de pulsera en el instante, así mismo ha sucedido con la educación, lejos han quedado los días en los que la información se obtenía de libros, enciclopedias, con los que podíamos contar en casa, no sé si los jóvenes de hoy reconocen a la enciclopedia Océano, o la tan famosa de los tomos rojos, el gran diccionario enciclopédico ilustrado de selecciones del reader´s digest, en el cuál muchas generaciones aprendimos; dentro de ella podíamos encontrar contenidos de bellas artes, deportes, física, química y más, era una aventura abrir un tomo para buscar tu tarea y te podías entretener viendo un esquema del cuerpo humano o la evolución de la moda y ello te llevaba a preguntarte muchas cosas más, te generaba justo la necesidad de aprender más.

Hoy día, sucede probablemente algo parecido, como docentes estamos empecinados en generar en nuestros alumnos la necesidad del aprendizaje a través de aventuras que los alumnos llaman “tareas”, a lo largo de mi etapa de investigación, me he dado a la tarea justo de investigar ¿cuáles son los procesos mentales que se desarrollan con el uso de tecnología?; al desarrollar una búsqueda bibliográfica se observa que Shell (1986) enfatizaba el papel de la importancia de desarrollar en los alumnos la memorización y estrategias de aprendizaje activas para mejorar la retención y comprensión del estudiante, esta idea se ha tendido a desvanecer hoy día, el docente considera que lejos de memorizar, debe crear un pensamiento crítico analizando, reflexionando su proceso de aprendizaje pero sobre generando un aprendizaje significativo.

Para lograr estas cualidades el alumno de hoy desarrolla procesos mentales tales como atención, memoria, pensamiento crítico, comprensión, que los lleva a generar un aprendizaje profundo, pero sobre todo, desarrolla procesos mentales que les permiten despertar su creatividad así como se propicia la colaboración y la comunicación, aun se sigue manteniendo la idea de que la educación de hace unos años fue mucho mejor que hoy; justo es que la educación de ayer, funcionó para el estudiante de ayer, el estudiante de hoy, vive rodeado de un sinfín de estímulos que lo mantiene con un estado de alerta de tal forma que ante cualquier provocación es capaz de generar ideas y que de esa idea desarrolle una nueva imagen, que propicie no sólo un nuevo proyecto, sino probablemente una idea que genere una revolución.

Estos procesos mentales deben justo ser enfocados por los docentes de hoy de tal forma que los lleve a generar estrategias dentro del aula, que les ayuden a formar una aventura educativa, logrando que el alumno disfrute cada momento que pasa en su centro escolar. Es necesario que el docente recuerde que para que un alumno aprenda significativamente su estrategia educativa debe formar un equilibrio entre la forma como el estudiante adquiere el conocimiento (Visual, Auditivo y Kinestésico), de tal forma que no se debe cazar con la idea de que a los alumnos se les debe de enseñar bajo el estilo que aprendizaje que predomina al contrario hay que potenciarlos todos con actividades bien definidas.

El proceso de enseñanza–aprendizaje de hace veinte años comparado con el de ahora nos revela una transformación significativa en el aula, que implica un uso predominante de la tecnología, antes la educación se centraba en la memorización, la atención que debía sostenerse con clases magistrales, siendo complementada con la interpretación y el análisis de los libros de texto, se tenía una interacción directa docente–alumno, cuyo impacto dependía justo de la emoción y comprensión docente del tema; hoy en día todo ello no depende directamente del profesor, sino de los recursos digitales que este es capaz de manejar y de la forma en el ¿cómo? los explota en el aula; el alumno de hoy, está acostumbrado por la interacción con la tecnología, a cambiar de colores, paisajes, estilos y formas en segundos, de ahí que se vuelve un reto para el propio docente “impactar” al alumno para emocionarlo o embriagarlo de conocimiento.

Estamos en la era del contenido multimodal, el docente tiene grandes retos de los cuáles está consciente que debe de prepararse y trabajar en ello, de tal forma que genere un aprendizaje significativo y forme estudiantes deseosos de seguir aprendiendo, de seguir investigado y sobre todo de seguir impactando, y en esta sinergia lo que no debe olvidar es: trabajamos con entes emocionales sería un delito ignorarlo; el proceso de enseñanza–aprendizaje no solo debe incluir actividades que incluyan digitalización, sino también que incluyan a la emoción, eso es el diferenciador dentro de la educación integral, bien lo menciona Aristóteles: Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto, no permitamos que el uso de la tecnología ponga barreras ante las emociones de nuestros alumnos, es una línea muy delgada que el día a día nos podría orillar a llegar a ello y no lograr el impacto significativo que busca la educación, la tecnología debe crear vínculos positivos docente-alumno, gran misión educativa será lograrlo.

 
 

Fecha de publicación: 12 de agosto de 2024.