dra alma x gonzalez morales

 

 

 

 

 

 

Dra. Alma X. González Morales,
División de Ciencias e Ingenierías,
Campus León,
Universidad de Guanajuato

Los dedos de mi mano son suficientes para listar a las mujeres que han recibido el premio Nobel de Física: Marie Sklodowska-Curie (1903), Maria Goeppert Mayer (1963), Donna Strickland (2018), y Andrea Ghez (2020). Sin embargo, necesitaría más de 100 pares de manos para listar a los 215 hombres que han recibido dicho reconocimiento. ¿Acaso las mujeres no han hecho grandes descubrimientos? ¿Son menos inteligentes o menos aptas para el trabajo científico? ¿Les interesa menos la ciencia?

Muchas mujeres han realizado grandes descubrimientos científicos, tan valiosos o más que otros que han sido reconocidos con el Nobel, pero no se equiparan en número a los descubrimientos realizados por el género masculino. La razón es simple: a lo largo de la historia las mujeres han tenido menos oportunidades de desarrollarse como científicas.

Esto ha cambiado con el tiempo, aunque aún existen regiones del planeta, incluso en nuestro país, en donde no está bien visto que una niña/mujer estudie, y menos aún que elija una carrera enfocada a las ciencias. Toda niña que no tiene siquiera la opción de plantearse estudiar es una potencial científica menos.

El problema es complejo: de aquellas niñas/mujeres que tienen la oportunidad de estudiar, pocas eligen y logran terminar una carrera científica, menos aún realizan un posgrado, y el número de ellas que logran finalmente convertirse en científicas es ínfimo.

Dicen que todos nacemos científicos, pero perdemos el interés conforme crecemos. Yo diría que se aprende a desinteresarse. Aprendemos que la ciencia es difícil, que se tiene que ser muy inteligente o que es para ñoños (o cuál sea la palabra usada a día de hoy para quienes estudian mucho), que los científicos son raros, y ¡las científicas aún más! Vivimos en una sociedad que inculca fuertemente, incluso a nivel del juego y el entretenimiento, lo que está bien y mal para niñas y niños. Este es un problema que afecta a ambos, sin embargo para ellas es peor.

La falta de referentes femeninos no ayuda a que más niñas mantengan el interés. Podemos pensar que nunca estaríamos a la altura de esas grandes científicas. No recuerdo a qué edad escuche por primera vez sobre Marie Curie, pero sí que no fue hasta la Universidad cuando entendí que ser científico(a) era como cualquier otra profesión, que tan solo requiere tantos años de estudio y dedicación como se requiere para llegar a ser un(a) buen(a) cirujano(a), y fue hasta los últimos semestres cuando realmente empecé a conocer a muchas más mujeres científicas, y por tanto a pensar que yo también podría, quizá, algún día ser una de ellas.

Aquellas mujeres que mantienen su interés en entender el mundo a su alrededor desde una perspectiva científica en muchas ocasiones enfrentan una serie de situaciones y dilemas que hacen cada vez más difícil continuar. No para todas es igual. Algunas sufren de violencia y acoso, no sólo físico, sino emocional, a tal grado que tienen que dejar sus estudios para sentirse a salvo; otras lo viven, pero no le dan importancia, quizá lo superan o de alguna forma lo ignoran, para poder seguir adelante. Realmente pocas tienen la suerte de ser respetadas en toda la extensión de la palabra.

De las mujeres que terminan una carrera en ciencias, pocas realizan estudios de posgrado. Entre las razones más comunes para no hacerlo está la dificultad de mantener un balance entre el desarrollo personal y el profesional. Es común que una mujer tenga que renunciar a los estudios de posgrado debido a la necesidad de dedicarse al cuidado de algún familiar, de los hijos, o incluso de apoyar o privilegiar el desarrollo profesional de su pareja, sobre todo cuando continuar los estudios involucra el cambio de ciudad/país. Hay quienes quieren formar una familia y no es claro que puedan hacerlo al mismo tiempo que realizan un doctorado. En particular, en México los estudios de posgrado no son considerados un trabajo, como en otras partes del mundo, por lo que no se tiene acceso a guarderías, baja por maternidad, y otras prestaciones. Tampoco los estudiantes hombres las tienen, pero es más común que un estudiante se convierta en padre durante sus estudios que una mujer. Que más mujeres que hombres dejen los estudios en los niveles de posgrado hace que realmente sean pocas aquellas que finalmente compiten por obtener una plaza de investigación en universidades e institutos. Por tanto, aun cuando sean realmente investigadoras brillantes sigue siendo más probable que las pocas plazas ofertadas sean ocupadas por hombres.

Todo esto tiene que cambiar, y la única forma de hacerlo es siendo conscientes de que hay un problema. Es por esto que desde el año 2015 el 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia. Un día para reflexionar y concientizar sobre el problema de la inequidad de género en la actividad científica.

 

Fecha de publicación: 13 de febrero de 2022.

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